La proporción de la población estresada se ha incrementado de forma exponencial en los últimos años. Se trata de un claro factor de riesgo de obesidad y de grasa abdominal.

¿Qué ES EL ESTRÉS?

Se puede definir como experiencia emocional negativa acompañada de cambios bioquímicos, fisiológicos y de comportamiento. Existen numerosos sucesos que pueden provocar estrés, relacionado con todo tipo de ámbitos (social, laboral, personal…) y afectando a gran parte de la población, como está sucediendo ahora con la pandemia. Cada día se estudia más los posibles efectos que puede acarrear, entre los que destacan posibles tipos de alteración.

El estrés ha aumentado de forma alarmante en los últimos años en la mayoría de países del mundo. Existen estudios que han comparado grupos de poblaciones de 1969 con los de 2005, arrojando resultados muy claros: la proporción de mujeres que a veces se sentían estresadas se duplicó del 29% al 59%, y la proporción que se sentía estresada continuamente aumentó del 6% al 15.6%.

Ya hemos visto que el estrés afecta a un porcentaje bastante alto de la población, pero ¿Qué posible relación puede tener con la obesidad? En primer lugar, hay que decir que en los últimos años ha aumentado la incidencia del estrés de manera paralela a la obesidad y a la grasa abdominal. Este hecho nos puede indicar que puede haber una respuesta fisiológica por la que las personas que sufren estrés sean más propensas a acumular grasa.

MAYOR ACUMULACIÓN DE GRASA ABDOMINAL

A causa del estrés, la activación prolongada del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, que provoca a su vez la liberación de cortisol, puede provocar la acumulación de grasa abdominal y visceral, así como un aumento del peso corporal.

La liberación en exceso de la misma podría no solo influir en esta acumulación, pudiendo llegar más allá predisponiendo al organismo a contraer males mayores como la diabetes tipo 2, la hipertensión, dislipemias u otras enfermedades cardiovasculares.

¿HAY NUTRIENTES QUE PUEDEN PROVOCAR ESTRÉS?

Aunque falta más investigación para sacar conclusiones sobre este aspecto, sí que hay estudios observacionales que han relacionado déficits de ciertas vitaminas del grupo B, minerales como el calcio y el magnesio o ácidos grasos omega 3 a un mayor riesgo de sufrir estrés.

La combinación de vitaminas del grupo B y minerales como el calcio o el magnesio tuvo efectos beneficiosos contra el estrés percibido y la ansiedad en 8 estudios, así como el omega 3 demostró tener un efecto positivo contra la depresión. Por otro lado, también hay investigaciones que han demostrado que una suplementación durante 6 semanas con aceite de pescado redujo la concentración en el organismo de cortisol.

Existen investigadores que aseguran que las recomendaciones dietéticas para personas con estrés podrían estar aumentadas en ciertos nutrientes, por lo que las guías de recomendación general para población normal no servirían para estos casos, por lo que es necesario seguir investigando para conocer más sobre esta relación.